Comenzamos el Adviento con
estas palabras de Bresillac reafirmando esa confianza que
Dios ha puesto en nosotros, comprometiéndonos a trabajar por
el Reino .
En este tiempo de gracia,
en el que esperamos la venida del Salvador, preparemos
nuestro espíritu.
El Señor sólo quiere nuestra
disponibilidad, Él hará el resto, pero nuestro corazón ha
de estar disponible.
Nos da los medios para salir
de nosotros mismos y arriesgarnos, vencer los apegos y superar
los miedos, pero no nos obliga, en palabras de San Agustín, "Él que te creó sin ti, no te salvará sin ti". Él
quiere que seamos libres para aceptar o rechazar su amor,
en trabajar por su Reino o no.
Su Providencia no anula
nuestra libertad. Él nos da la gracia, somos nosotros los
que decidimos aceptarla y hacerla fecunda.
¿Estoy dispuesto?
Desde los evangelios, vemos
el ejemplo de Juan el Bautista (Mt 11,11-15), la vocación
de María, (Lc 1, 26-38) . Exhortados por Dios a compartir
sus vidas, en libertad dicen Sí a Dios.
Así también a nosotros,
nos invita a compartir lo que tenemos, nuestra vida, y,
a trabajar por la justicia y la dignidad de todos.
Reflexionemos sobre ello.
Oremos.
Que el anhelo de serle fiel,
no se quede en meras intenciones y seamos capaces de hacer
fecunda esa gracia, ese Don que nos ha dado. Que la impaciencia
no nos haga desfallecer en este trabajo por los más desfavorecidos
de la Tierra.
"Porque solamente en
esperanza estamos salvados. Ahora bien, cuando se ve lo
que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar
lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo
esperamos con constancia. Igualmente, el mismo Espíritu
viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar
como es debido; pero ese Espíritu intercede por nosotros
con gemidos inefables."
(Rom 8, 24-26)
SMA
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