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El Señor ha depositado la esperanza en mi alma
Adviento 2013
Él que te creó sin ti, no te salvará sin ti

 

", el Señor ha depositado en mi alma la esperanza de hacer algo por su gloria; me parece que hoy acrecienta esta esperanza haciéndome percibir qué medios harían falta para que nuestra acción fuese más eficaz en la salvación de un pueblo que se ha convertido en el mío, y por el que deseo dedicarme sin reserva. ¡Bendito seas!

¿Pero en qué quedará esta esperanza, Dios mío, si tu gracia no la fecunda?"

Palabras recogidas en el Libro:

La Oración de Mons.Melchor de Marion Bresillac SMA

Comenzamos el Adviento con estas palabras de Bresillac reafirmando esa confianza que Dios ha puesto en nosotros, comprometiéndonos a trabajar por el Reino .

En este tiempo de gracia, en el que esperamos la venida del Salvador, preparemos nuestro espíritu.

El Señor sólo quiere nuestra disponibilidad, Él hará el resto, pero nuestro corazón ha de estar disponible.

Nos da los medios para salir de nosotros mismos y arriesgarnos, vencer los apegos y superar los miedos, pero no nos obliga, en palabras de San Agustín, "Él que te creó sin ti, no te salvará sin ti". Él quiere que seamos libres para aceptar o rechazar su amor, en trabajar por su Reino o no.

Su Providencia no anula nuestra libertad. Él nos da la gracia, somos nosotros los que decidimos aceptarla y hacerla fecunda.

¿Estoy dispuesto?

Desde los evangelios, vemos el ejemplo de Juan el Bautista (Mt 11,11-15), la vocación de María, (Lc 1, 26-38) . Exhortados por Dios a compartir sus vidas, en libertad dicen Sí a Dios.

Así también a nosotros, nos invita a compartir lo que tenemos, nuestra vida, y, a trabajar por la justicia y la dignidad de todos.

 

Reflexionemos sobre ello. Oremos.

Que el anhelo de serle fiel, no se quede en meras intenciones y seamos capaces de hacer fecunda esa gracia, ese Don que nos ha dado. Que la impaciencia no nos haga desfallecer en este trabajo por los más desfavorecidos de la Tierra.

"Porque solamente en esperanza estamos salvados. Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia. Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero ese Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables."

(Rom 8, 24-26)

SMA